El desayuno y su encargada (creo que su nombre era Rebia) fueron muy buenos. Sin embargo, en cuanto a las instalaciones, las habitaciones necesitan mini heladera para mayor comodidad. Sobre todo porque en nuestro caso, que viajamos en verano y en familia, hubiese sido muy útil contar con ello. En nuestra habitación estaba roto el duchador, ingresamos el día lunes y lo avisamos 1 hora después de entrar al hotel. A la mañana del martes volví a avisarlo en la recepción y por la tarde de ese día aún no se había solucionado. Me explicaron que la persona de mantenimiento trabajaba a partir del día miércoles. Por lo tanto, en una estadía de 4 días tuvimos que hacer malabares para ducharnos durante 2. Recién en ese momento me dieron la posibilidad de cambiar la habitación, que hubiese sido lo ideal cuando lo avise 1 hora después de llegar al hotel.
Pero lo peor de todo fue el trato del recepcionista de la noche. GROSERO, VIOLENTO CON LAS MUJERES, MALTRATADOR.
Habíamos acordado con el recepcionista de la tarde que nos darían un pequeño desayuno el día de nuestra salida (jugo y croissant, que pagué previamente), ya que era en un horario anterior al desayuno. Sin embargo el recepcionista, que estaba sentado desayunando, se negó a brindarnos el servicio de muy malos modos. Mi marido tuvo que pedirle que dejara de gritarme. Un horror.