Es difícil llegar, pero el hotel está en un lugar de mezcla entre bosque y selva muy bonito, especial para desenchufarte y relajarse. El comedor es abierto, la comida muy rica, y todos muy atentos, especialmente Tanya, la dueña. Las habitaciones son otro cantar. Difíciles de acceder, sobre todo por mi embarazo avanzado. Después de caminar 150 más, hay que subir escaleras. Las habitaciones son ordenadas y limpias, pero no muy confortables y no se parecen en nada a las fotos. Los baños son viejos, y tuvimos que pedir cambio de habitación porque el primero tenía un nido de cucarachas. Era despertarse y saludarlas. Las camas dobles son en realidad dos camas de plaza y media unidas. el jacuzzi del hotel está ubicado hacia el paisaje y es especial para el relax, aunque el agua es caliente, también está sucia. Deberían cambiarla más seguido.