Dormir en un castillo siempre tiene sus peculiaridades, a pesar de que, como en este caso, se haya hecho una buena reconstrucción y se haya adaptado para dar servicios de restaurante y alojamiento mas que dignos. Nos dieron una pequeña suite irregular, aprovechando las estancias del castillo, que tenia a modo de terraza, un pasillo de piedra con las almenas originales a dos vistas preciosas del entorno. Como en el pueblo hay poca cosa, la mejor opción de comer/cenar está en el propio castillo, aunque aqui se agradecería un poco mas de flexibilidad en opciones al menú preestablecido. El hotel es una buena base para visitar los monasterios de alrededor y la Ribera Sacra. En resumen, una experiencia positiva a un precio muy bueno.