La primera habitación para dos que nos dieron era pequeñísima, porque la mitad de la habitación el techo por debajo del metro y medio y era inutilizable, y la siguiente que ya tenía un tamaño razonable, tenía el tubo de los humos del restaurante pegado a una de las paredes y de vez en cuando, te sorprendía con un ruido horrible de vibración contra la pared de la habitación. Supongo que fue mala suerte, ya no nos atrevimos a pedir otro cambio.