El hotel, si tenemos en cuenta que es de lo más barato que encontramos en Edimburgo que no fuese un hostel, no está del todo mal.
Cogimos una habitación sin ventana y nos la dieron con ella, así que no hay queja del trato recibido. Pero sí que brilla un poco por su ausencia la limpieza, sobre todo del baño, por no decir que no hacen las habitaciones a diario, pero no sé si es lo habitual en el país.
El desayuno es muy completo, pero abren a las 7:30, por lo que si tienes alguna excursión yd enes estar pronto e el punto de encuentro hay días que no puedes disfrutar de él.
Lo que menos nos gustó fue la ubicación. Se encuentra en la ciudad nueva, a unos 30 minutos a paso ligero hasta la ciudad vieja, que si haces turismo, es donde más tiempo pasas.
No ha sido una experiencia mala, pero desde luego buscaría algo más cercano.