Ubicado muy cerca de la estación de tren de La Rochelle, y teniendo como fachada una antigua iglesia, el hotel tiene personal amable, una área social simpática en la que encontrarán un fútbol de mesa, una zona donde se puede comer, televisor y un patio exterior con espacio para sentarse.
El desayuno buffet es muy completo y rico. Uno encontrará desde croissant y pan de chocolate, hasta charcutería y quesos. Ofrecen manzanas para llevarse.
La habitación doble standard que nos dieron, tenía 2 camas grandes y que ocupaban la mayor parte del cuarto. El ropero es pequeño, así como una mesa y el baño. Este último funcionó muy bien.
Si uno desea alquilar carro, se pueden buscar lugares alrededor de pago, para estacionar.
Es posible caminar desde el hotel, a las principales atracciones de la ciudad. Las torres, el acuario y el centro antiguo.
Recomendable!