El hotel tiene una ubicación buenísima. Hay una parada de tranvía justo enfrente del hotel (20 metros) y una de metro a menos de 5 minutos con la que estás en el centro en unos diez minutos. También está a unos cinco minutos andando de Wien Westbahnhof, desde donde salen autobuses directos al aeropuerto. Aparte de la fantástica ubicación, el hotel era muy muy tranquilo. No se escucharon ruidos ni siquiera en Nochevieja. También estaba todo muy limpio y el personal es muy amable. El desayuno también muy completo, con independencia de lo que cada uno desayuno. Por señalar algún aspecto negativo, los tres ascensores no parecen bien coordinados, ya que nos ocurrió en varias ocasiones que o todos estaban arriba o todos abajo. Por otro lado, se echaba de menos más personal en la parte de restaurante, tanto para servir como en cocina (en dos días que pedimos Apfelstrudel, en ambos tuvimos que volver a pedirlo y tardaron mucho en servirlo).