Estancia de 4 noches. Globalmente un hotel fantástico, tanto en comodidad y diseño como en su ubicación. Lo mejor ha sido la muy impresionante zona de spa con su piscina cubierta, hay que aprovechar! La ubicación es perfecto para conocer el centro de la ciudad andando, y está a dos pasos del metro aunque solo lo necesitamos para llegar a zonas fuera del centro. El hotel huele fantástico y hay un centro de negocios grande con ordenadores que por lo visto es poco aprovechado. Para decir algunos peros, los empleados son un poco complicados en cuanto a los idiomas, y la música que ponen en el vestíbulo y el spa no ralaja para nada y tampoco cuadra con el estilo de hotel. Las habitaciones son cómodas y bonitas pero diáfanas, es decir que no hay pared entre baños y zona de cama, que a veces resulta incómodo y tampoco nos han gustado las puertas pesadas de acero para entrar en la ducha. El "restaurante" es solo un servicio para los huéspedes, que nadie va a desplazarse para comer aquí. La carta es muy limitada, pero la única vez que hemos pedido algo (una cena) ha sido bastante rico. Si no, gracias a la ubicación, hay bastantes buenos restaurantes cerca, además de sitios para desayunar y comer los típicos y deliciosos dulces portugueses y tomar el mejor café de Europa! Recomiendo tomar un cóctel en el patio del hotel cuando vuelvas por la tarde. Volveré!