Como muchos hoteles en París, es bastante viejo, todo con moqueta encima de la madera, así que hace ruido al caminar. Las almohadas huelen mal, aunque había 4, no había ninguna que no oliese a sudor.
Hay muchos españoles, familias, niños y es cierto que alguien en recepción por las mañanas habla español.
La wifi funciona regular, además hay una opción de pago que dice ser mejor para negocios y es igual de mala, así que me sentí engañada.
El desayuno por 12 Euros es un abuso.
Está en un barrio residencial muy tranquilo.