Este hotel solía ser parte de un complejo de bodegas del siglo XX, así que es interesante como se integró a su arquitectura original, eso le brinda un toque único. El Albert Dock tiene muchísimas opciones para comer y está a minutos caminando del centro de la ciudad, así que la ubicación es excelente, además de que es muy bonito. El hotel es bueno, incluyendo su desayuno que es básico pero suficiente para iniciar el día. La habitación es bonita, y nos tocó una vista super linda y central de la rueda de la fortuna del puerto (fue la habitación 331), eso definitivamente me encantó. El único inconveniente fue que el último día por la mañana no hubo agua caliente, pero lo estaban solucionando, y las almohadas tampoco son lo mejor.