El hotel en sí está bien. La situación es buena, a menos de 10 minutos andando de la estación de Overamstel que te lleva en 15 minutos al centro.
El hotel se ve nuevo y es bonito, aunque los alrededores no lo son tanto, pero el lugar es tranquilo. Se echa de menos que haya restaurantes o supermercados cerca, pero las cenas del propio hotel son buenas.
El personal es agradable y muy atento. El desayuno no es muy variado en comparación con otros hoteles donde he estado, pero es suficiente (incluso si lo pides, te hacen tortillas francesas).
Las vistas no son muy buenas, a una gasolinera o vías del tren, pero tampoco son malas del todo.
Ahora vienen las pegas o carencias: Es el primer hotel donde he estado en el que necesitas pasar la tarjeta hasta para entrar en el ascensor.
La mayor de las pegas vienen con las habitaciones, que es lo principal y más importante: La limpieza brilla por su ausencia. Te cambian toallas y reponen, pero se nota que se limpia poco y mal. En mi habitación quitaban las toallas del suelo, pero en la de mis padres ni eso y hubo una mosca muerta en el mismo sitio los 6 días que estuvimos. Bastante polvo, así que la higiene y limpieza deja bastante que desear.
Las camas muy blandas y hundidas, al menos para mi gusto... de hecho yo notaba los muelles.
Algunas cosas estaban rotas y no son propias de un hotel de 3 estrellas.
En general la experiencia fue buena, sobre todo con camareros y personal, pero la limpieza y otros aspectos fatal. No volvería.