Hotel añejo, como de otra época, encantador, embaucador, comodísimo para visitar el centro de Luxemburgo. Los empleados muy amables, siempre dispuestos a ayudar, encantadores en el trato. Hemos estado realmente a gusto, nada que envidar a los "ultra modernos" hoteles, aquí tienes todo igual pero mucho más acogedor, las habitaciones amplias, limpias, decoradas al estilo "titanic" eso si, pero muy confortables. El WiFi excelente, el desayuno mas que suficiente, y poco más que añadir. Totalmente recomendable.