El hotel está mal comunicado con el centro de Praga, ya que hay que combinar autobús y metro y se puede tardar más de media hora en llegar al centro.
Está en un barrio marginal, por lo tanto, cada vez que sales a buscar el autobús te encuentras con "personajes" que dan miedo. Con suerte te miran y te ignoran, algunas veces te hacen comentarios. Es innecesario visitar una ciudad tan bonita como Praga y tener que estar sufriendo cada vez que vas o vienes del hotel.
El hotel en sí también deja mucho que desear, el ambiente es extraño, no está muy sucio, pero tampoco muy limpio, el trato es, cuanto menos, seco...
En fin, merece la pena gastarse un poco más de dinero y estar más cerca del centro y más tranquilo.