El hotel no es muy grande, pero resulta acogedor. Personal accesible y agradable; algunos hablan español. Cuidan los detalles ( fruta y caramelos en la habitación; albornoz y zapatillas; gel, champú, crema,...). Buenos y variados desayunos, en su terraza de la última planta. Bien situado, a unos diez minutos andando de las estaciones de tren y del casco histórico. Al puerto, se tardan unos treinta minutos caminando.
No me gustó, que la ducha no esté separada del dormitorio por una pared o por una mampara opaca. Tampoco, que la televisión no sintonizara canales en español.