Hotel realmente muy especial ubicado a pasos del Castillo de Praga y a pocas cuadras del Puente de Carlos. La habitación muy cómoda (es como estar en casa), acogedora, espaciosa, siempre limpia, y te asignan un ipad para la habitación.
Todos los días por la tarde - noche nos dejaban alguna torta. El personal siempre muy atento. El baño de lujo. De 16 a 18 hs hay un lounge con bebidas, tortas y sandwiches.
El desayuno muy completo (tipo brunch) y con atencion personalizada, imperdible el restaurante de la terraza con una vista hermosa de la ciudad de "las mil agujas".
Es para volver sin dudarlo !!