Al llegar al hotel, había un chico joven en la recepción que nos proporcionó la tarjeta de la habitación (el chico, muy agradable). La única parte buena de nuestra estancia.
Hay que destacar que el hotel está a las afueras de Grenoble, nosotros fuimos el 1 de octubre y hacía BASTANTE FRÍO. Pues bien, la habitación consta de dos métodos de calefacción y ninguno de los dos funcionaba. La puerta no cerraba del todo bien incluso forzándola por lo que se colaba frío y se escuchaba el sonido del viento. El lavabo es parecido al de una caravana, puedes lavarte los dientes, utilizar el lavabo y ducharte desde el mismo punto.
Al ver todo, decidimos pedir cambio de habitación... el chico "se puso en contacto con su jefe" y nos cambió a dos habitaciones más allá (33). Aunque era igual de pequeña, oscura y tenebrosa, el radiador de al lado de la puerta al menos funcionaba (la bomba de calor no).
Las dos habitaciones constaban de una cama de matrimonio y una cama individual (encima de la de matrimonio, tipo litera).
La limpieza estaba bien, aunque hay que vigilar por la mañana porque el método que utiliza la señora de la limpieza para entrar es picar a la puerta para comprobar que no hay nadie (con lo que puedes estar duchándote y aparece la señora en la habitación)
El desayuno no vale la pena, por lo menos a partir de las 9.
No volvería y no lo recomiendo.