Encantador, con una ubicación excelente, muy cerca del lago y a un corto paseo del puente Kapellbrucke. Ntra habitación estaba en el último piso, era abuhardillada, exterior, con agradables vistas, muy confortable y cálida, aunque pequeña y con poco armario. El hotel tiene un restaurante muy acogedor en el jardín. El personal del hotel es muy amable y servicial, sobre todo destacaría el trato de la Srta. Marianna. Hay ventilador en la habitación. Hay aparcacoches. Pk. carísimo 25 fr./día. El desayuno es muy flojo y poco variado. ¡Cuidado! el ascensor no llega a las habitaciones de la 231 a la 242. Limpieza excelente. Volvería seguro a este Hotel.