Muy bien situado, cerca de la estación de autobuses y de la zona peatonal de La Valletta, aunque tengas que subir unas cuantas escaleras que separan la entrada de la carretera. El estilo interior, muy inglés, un poco anticuado, aunque eso es para gustos. Las habitaciones son grandes y cómodas, con balcón. La nuestra daba a la parte de entrada del hotel y la única pega que puedo poner es que por la mañana se oía el ruido de los motores de los autobuses que esperaban a los turistas para salir de excursión.
Tiene spa, piscina interior y exterior, además de acceso directo al mar y muelle privado. En general, la estancia ha sido muy agradable. Repetiría.