El hotel parece sacado de un cuento, todo es antiguo y con un cierto encanto, aunque descuidan la importancia de dos factores claves para el confort, como son la climatización y el aislamiento de la luz exterior.
Hizo unos dias de muchísimo calor, le daba el sol todo el día a la habitación y no había aa, era como entrar en un horno. El fino visillo y la mini cortina que le acompañaba dejaban pasar toda la luz natural diurna que duraba hasta casi las 23 h de la noche y que volvia a las 6 de la mañana.
Aparte de esto, el casco antiguo de Tallin bién merece ser Patrimonio de la Humanidad como declara la Unesco.