Todo un acierto. La ubicación es perfecta, ya que está sólo a 5 minutos del Puente Carlos y a unos 10 del centro de la ciudad vieja.
Las habitaciones son pequeñas, al menos la nuestra, pero suficiente para dos personas.
El hotel tiene dos barcazas: Matylda, con unas 10 habitaciones y el restaurante encima de ellas. Este podría ser el único punto negativo, ya que desde las 7AM hasta media noche las pisadas en la madera del suelo del restaurante retumban en las habitaciones, con lo que es imposible descansar. También molesta el ruido de las bombas de agua, que se oye desde cualquier habitación a cualquier hora del día y sobre todo de la noche (cisterna, lavabo, ducha...)
Botylda: En ésta se encuentra la recepción y las habitaciones con balcón. Puede que sean más grandes pero hay unas cuantas que dan a la calle y no al río, con lo que el encanto del botel se pierde completamente.
Nuestra habitación tenía calefacción, minibar, TV satélite, wifi, y ventilador (no hay A/C, a tener en cuenta en verano). Según la página hay productos de baño gratuitos, pero sólo hay gel/champú.Pedí un gorro de ducha y no tenían, así que si se necesita algo así hay que llevarlo de casa. Las toallas las cambiaron cada día y la limpieza fue correcta.
El desayuno es tipo buffet, pequeñito pero todo delicioso, sobre todo la bollería del día. Se sirve en el restaurante, tipo Italiano. En verano se puede disfrutar de la terraza en el muelle entre los dos barcos.
Si volviera a Praga estoy segura que volvería a Matylda. Lo dicho, todo un hallazgo.