Un hotel es otra cosa, esto es una pensión pequeña, bien decorada y con buenas vistas.
No hay personal de servicio (en los cinco días sólo estuvo una empleada por las mañanas, el resto del tiempo, con suerte, está el propietario o su madre).
El acceso al hotel y a las habitaciones es horrible, con unas escaleras de caracol impracticables, y en una de las zonas son peores que las que suben a las buhardillas de las casas viejas (son de metal totalmente circulares y estrechas y no puedes ni meter la maleta).
La habitación y el baño son pequeños y el armario un hueco ínfimo en la pared con puerta.
Lo que ponía la página de albornoz en la habitación, agua mineral gratuíta, ropa de cama hipoalergénica, etc. por supuesto es una mentira más.
Internet no funciona (varios huéspedes se quejaron. Parece que hay conexión pero luego no va, como cuando es de pago).
El desayuno pésimo, zumo asqueroso a base de polvos (pero de los peores), rebanadas de pan que son las mismas toda la semana, los croissants y la poca fruta que ponen no la reponen de un día para otro, ...
Si ves la fachada del hotel ya te imaginas lo que te vas a encontrar en el interior.
El pasillo de acceso a las habitaciones, que tiene unas vistas preciosas con unos ventanales enormes, hace las veces también de recepción, de cafetería, de restaurante, y de distribuidor.
Uno de los días no pudimos ducharnos con agua caliente (era enero) y a unos japoneses que fueron a quejarse les dijeron que la culpa fué que no manejaron bien el jacuzzi de su habitación, cuando les dijimos en inglés que nosotros tampoco teníamos agua caliente, entonces dijo que había una avería en la caldera.
Contestaciones así que iban cambiando con cada interpelación eran a diario. Nosotros habíamos solicitado una cuna de viaje y primero nos dijeron que habían entendido que eran dos personas de los cuales una era un bebé y que por eso no habían atendido la petición. Cuando le enseñamos el texto de la reserva por escrito nos dijeron que estaba prohibido poner cunas en habitaciones que no fueran triples. Cuando les dijimos que habíamos estado en Roma con cuna en habitación doble entonces dijeron que las peticiones no era obligatorio atenderlas.
Como realmente somos pacíficos y no queríamos agriarnos las vacaciones, le expusimos en muy buen tono al propietario nuestro descontento e intentamos abstraernos para disfrutar del entorno y creo que estaba bastante más preocupado por promocionar el establecimiento en internet o por los comentarios que pudiésemos hacer que por intentar hacernos la estancia agradable. Te daba la sensación de que pensaba que la mayoría de los clientes no repetirán y una vez embolsado el dinero... a otra cosa mariposa.
Francamente decepcionante y eso que ya sabíamos que en Italia hay que escoger bien, pero ...