Al entrar en la pensión lo primero que haces es preguntarte en qué clase de sitio te has metido. Sinceramente, la entrada da muy mala imagen, y dan ganas de salir corriendo, pero una vez entras y subes ya la cosa cambia de color. Una pensión bastante bonita y todo se ve bastante nuevo. Las inmediaciones del hotel son inmejorables, está en más absoluto centro de Lisboa, en una calle peatonal. Podréis llegar andando a cualquier rincón. La habitación era un poco pequeña, pero bastante bonita y cómoda. Muy limpia. El baño compartido está muy bien, siempre lo encontramos limpísimo. Ahora si, también tiene puntos negativos: es una pensión que al estar tan céntrico y en una calle peatonal es súper ruidosa. Se escuchan los platos de los restaurantes, la gente tocando en la calle y los turistas pasando de arriba a bajo. También tiene recepción 24 h, así que cuando llega alguien a las 4 de la mañana con las maletas, uno lo escucha todo.