Este hotel es una máquina del tiempo, pero no en el buen sentido de la palabra. Está completamente desfasado y en un estado lamentable. No hay ascensor y las escaleras están rotas (al pisar la alfombra se nota cómo te hundes). Al entrar en la habitación eso parece el lecho de muerte del Conde Duque de Olivares; la habitación estaba llena de grietas, las puertas y ventanas tenían más años que la orilla del río y la ducha estaba oxidada y el tubo prefiero no saber si era desgaste excesivo o roña faraónica. A esto hay que añadir que NO HABÍA AGUA CALIENTE, por lo que no pudimos ducharnos.
También es importante añadir que la habitación no tenía ningún tipo de aislamiento, ni las puertas ni las ventanas, por lo que nos hemos enterado de todos los vecinos que entraban o salían y de todo lo que estaba pasando en la calle.
Es un hotel al que, si solo tienes intención de pasar una noche, se le pueden perdonar la mayoría de sus pecados, pero si haces una estancia más larga es un despropósito. El hotel está como para tirarlo entero y volver a hacerlo