Este pequeño hotel es un rincón mágico lleno de sorpresas: en mi país no tenemos nieve y a pesar de llegar en los últimos días de Abril, pude ver una montaña preciosa, nieve y la primavera queriendo desplazar el invierno.
Queda a 15-20 minutos en auto de la estación de trenes.
Yo prefiero los hoteles pequeños que me muestren la forma de vivir en cada zona que visito. En éste hotel me sentí llegando a un hogar, con pocas habitaciones, atendidos por personal servicial. Desayuno abundante y variado, típico de Alemania. Habitaciones limpias y amplias con linda vista, al igual que el baño. Tuve la agradable sorpresa que como parte de la tarifa, además del desayuno estaba incluido un tiquete para bus y tren de cercanía durante los tres días de mi estadía. Sandra, la persona que me atendió, me dio toda la ayuda necesaria para llegar a Freiburg
Recomiendo a familias o parejas o personas que viajan solas visitar éste hotel.