El hotel es muy antiguo y conserva mucho de su encanto. Pero también hay cosas que tendrían que arreglar. La mampara de la ducha perdía agua por varios puntos, inundando todo el baño. Las camas eran bastante incómodas, necesitan mejores colchones. El radiador se apagó relativamente temprano (20:00 o 20:30) y ya no se encendió más. Se oye todo lo del pasillo (las puertas son dos tablones de madera que no sellan nada). El suelo cruge muchísimo. Como puntos positivos, la ubicación es inmejorable, el desayuno es muy variado, el personal muy atento, amable y profesional. Las zonas comunes, especialmente las escaleras y el comedor, te transportan siglos al pasado (para bien).