es un "hostel", barato para los standards de la ciudad, dicen (debo comentar que las dos noches anteriores las pasé en otro de primera categoría en la ciudad y comparativamente, de acuerdo con servicios y, sobre todo, con el desayuno, el Mosebacke resultaba caro) con los inconvenientes que esta categoría supone. El más insólito para el viajero-tipo es la falta de ventanas en sus habitaciones, algo, por lo que allí supe, bastante habitual en el país. Con todo, curándome en salud, llegué a pensar que podría ser peor. Lo que encontré encajaba en mi criterio.