Gratamente sorprendidos con este hotel, situado en un marco incomparable, con vistas a los dos castillos de la zona. Perfecto como base para explorar el perigord noir, pues se encuentra a poca distancia de todo
La habitación que nos asignaron daba a la piscina (que lamentablemente no utilizamos porque el tiempo no acompañaba). Con una zona de terraza propia, incluyendo dos sillones y mesita. Habitación muy amplia, cama enorme y cómoda a más no poder. El baño y su decoración simplemente nos enamoró. La ducha invita a relajarse. Definitivamente nos habríamos quedado allí a vivir para siempre.
Otro detalle de agradecer, una botella de agua al llegar y un hervidor de agua con té, café, infusiones… que reponen cada día.
Los dueños también son encantadores y te acompañan hasta tu habitación, enseñándote todo el recinto
Recomendable al 200%