El hotel se encuentra en pleno Kreuzberg, hay muchos bares y restaurantes en la zona. La imagen exterior da buena impresión pero las habitaciones, a pesar de ser relativamente grandes, me parecieron cutres. La pintura no estaba bien acabada, los muebles eran viejos(no antiguos), el baño era pequeño como el de un camarote... El trato del personal de recepción era no más que correcto, dando sensación de semiprofesionalidad(me pidieron datos y me hicieron firmar el mismo documento en varias ocasiones). Respecto a la limpieza, hacen las camas y cambian las toallas, pero no limpian la habitación. En resumen: no recomendable para viajeros de negocios.