Hemos hallado lo esperado: buen clima, playa bonita, música.
La gente del hotel como en todas partes: unos agradables, otros secos.
La gente local lo sabido: ninguna preocupación por quién eres, toda la preocupación por vender lo que fuese y sacar propina además, llega a ser realmente molesto que te persigan durante media playa o por las calles. Después, todo muy caro, a precios americano-canadienses, a veces rozando o cayendo de lleno en lo "atraco-a-mano-armada".
Lo mejor, un taxista con el que nos movimos por la zona y de excursión: simpático, amable, profesional. Cumplió con lo pactado sin pedir nada más. Se llevó las mejores propinas y nuestro agradecimiento.
En resumen: hotel bonito, recomendable. Gente local demasiado interesada en el bolsillo del turista y poco o nada más allá de la rentabilidad.