Fuimos muy felices en Viena, nuestro primer contacto con la ciudad fue el hotel, con un servicio magnífico. El staff te hace sentir en casa desde que llegas, te ofrecen todo tipo de información. El hotel tiene su propio "aroma" que apapacha los sentidos, uff huele INCREÍBLE :).
El desayuno es de no creerse, cuidando todos los detalles, productos orgánicos, superfoods, etc. y muy variado.
La habitación es amplia y silenciosa, la cama una maravilla.
Por favor no pierdan la oportunidad de ir al bar, es chiquito y acogedor. Conocimos a Julio, el bartender venezolano, un encanto de muchacho, nos facilitó toda clase de información sobre la ciudad.
¡Gran estancia!