Aparentemente todo es perfecto. Pero el hotel está alejado del centro de forma que los abonos no llegan a esa estación teniendo que pagar un mínimo de 15e diarios para ir al centro, por persona. La amabilidad de los trabajadores brilla por su ausencia. No son amables, no hablan bien y parece que lo intentan pero en realidad no tienen ganas de atenderte. Los precios para comer o cenar allí son desorbitados. La habitación muy bien, cómoda y limpia, pero no puedes poner el aire como tu quieras, tienes que pedirlo abajo en recepción y si cuando llegas se les ha ido la cabeza y te lo han puesto para pingüino, te encontrarás la habitación helada y hasta que te lo quieran apagar tardarán media hora y el tiempo de espera a que suba la temperatura de la habitación. Hablo del mes de agosto pero no hacia para nada calor allí dentro. Además de que llueve día sí día también. Cogimos bicicletas un día, les dijimos que un asiento estaba mal, lo ajustaron, también mal, y a los 2km empezamos a notar que el sillín se movía, no lleva un tipo de llave común para poder ajustarlo, cuando llegamos a la ciudad, ya era tarde, el sillín no servia para nada. Perdimos el día en bici teniendo que cambiar los planes. Nos devolvieron el dinero en formato cena en nuestro hotel. Pero fue tan caro que tuvimos que añadir más dinero aún. Dicen tener un servicio de shuttle para ir a la estación más cercana, holendrecht, pero es cada hora. Y está a 15min andando. Eso sí, la ducha muy chula.