El Hotel se encuentra muy bien ubicado en primera línea frente al mar en la playa de Pajucará, caminando se accede a una gran variedad de restaurantes, y a dos ferias artesanales. Las instalaciones se encuentran en perfecto estado, habitaciones amplias y cómodas, estuvimos inicialmente en una con vista a la ciudad en que el único detalle era que el baño era estrecho para el tamaño de la habitación, luego tuvimos la posibilidad de estar en una con vista al mar (las vistas son laterales dado que todos los edificios en esa zona se ubican en forma perpendicular al mar) en que el baño era muy amplio y cómodo así como la habitación en si. El personal del hotel muy amable, siempre con una sonrisa y dispuesto a ayudarte, una mención muy especial al Gerente del establecimiento, quien nos recibió en el check in, y que tuvo una excelente disposición y preocupación por hacer muy grata nuestra estadía, también una felicitación a la señora que día a día preparaba unas riquísimas tapiocas, siempre con una sonrisa y simpatía que hacían el desayuno una muy agradable forma de comenzar el día. Sin desmerecer todo lo anterior, tuve una mala experiencia con la persona de lentes que atiende el restaurante por las noches, en dos noches una a las 9:55 y otra a las 9:45, solicité un vaso de agua en el restaurante ya que se había terminado la del lobby, en ambas ocasiones se me dijo que cerraban a las 10:00 y que a esa hora ya no reponía agua porque estaba muy ocupado (sólo habían 3 mesas ocupadas..)