Céntrico, a menos de 5 minutos de la estación central. Todo muy limpio y el trato agradable.
Destacar que una de las recepcionistas, una mujer asiática, nos indicó de forma errónea el lugar en el que teníamos que tomar un autobús, fue muy insistente y estaba tan segura dd lo que decía que cualquiera le llevaba la contraria, un poco borde la señora, y al final menos mal que no le hicimos caso y consultamos otras fuentes, sino seguiríamos todavía atrapados en Ginebra, esperando donde ella nos dijo.
El desayuno escaso, poca variedad, pero muy ricos los croissants. Precio elevado, para ser Suiza "pasable".