El sitio es tranquilísimo y muy bonito. La casa es formidable y está todo muy bien organizado y con la debida separación, etc. Los caseros son espléndidos en el trato y el cuidado de todo, muy principalmente Begoña. El desayuno está muy bien; consiste en café, zumo de naranja recién exprimido, cereales, yogures, magdalenas, tostadas, jamón york, queso, fruta, y bizcocho o pequeños croissants. Se puede usar la cocina todo el día sin problema. El wifi va bastante bien. Los colchones son aceptables, aunque podrían mejorarse. La única pega es no tener aire acondicionado, pero no es un enclave en el que haga especial calor. En definitiva, es un excelente lugar para retirarse y descansar tranquilo. Está francamente bien, la verdad, y lo recomiendo.