Seguro que este hotel, en los 70, tuvo su encanto pero ahora es un lugar descuidado, anticuado, sucio y poco agradable del que solo se salva la simpatía de sus propietarios.
La habitación en la que nos alojamos olía fatal, había porquería por todos lados, los muebles muy antiguos y poco prácticos y que no dejaban apenas espacio para moverte. El baño más de lo mismo... daba reparo darse una ducha ahí, había pelos en la bañera y era muy desagradable.
Había un servicio de cafetera y tazas pero que no invitaba a ser utilizado... estaba toda la zona con polvo y, en uno de los vasos, había lo que parecía azúcar, con bichos.
El acceso a la habitación era un pequeño porche donde la mesa y las sillas estaban llenas de porquería, telarañas por todos lados, la verja de acceso caída... no podía estar más descuidado.
Las zonas comunes también estaban muy descuidadas, sobre saturadas de objetos y cosas puestas de cualquier manera y que tenían pinta de llevar décadas allí. Las ramas de los árboles estaban tan bajas que resultaba difícil andar entre ellos.
El desayuno estaba incluido pero puesto que empezaba a las 9h no pudimos aprovecharlo ya que íbamos a visitar Yosemite y nos marchamos antes de esa hora.
Durante nuestro viaje por la Costa Oeste nos hemos alojado en 11 hoteles y este ha sido, de lejos, el peor de todos. Y, para colmo, de los más caros.