Aunque hemos estado muchas veces en Capileira, siempre ha sido para pasar el día.
Quisimos aprovechar el “puente” de agosto”, alejándonos del bullicio de la costa,…y nos encontramos con esta localidad,…¡hasta la bandera!
Aunque solo fue un susto inicial. La verdad es que, desde la llegada al hotel, con un acceso rápido y cómodo, todo fueron facilidades y buen hacer por parte del personal.
Una habitación amplia, con buena iluminación natural e impecable en la limpieza, como el resto de las instalaciones.
Los desayunos, muy completos y con una amplia variedad, como para salir más que contentos. El restaurante, sin embargo, está cerrado en la actualidad. Aunque en el entorno hay otras propuestas que pueden atender perfectamente las comidas y cenas.
Un buen atractivo es la piscina, limpia y cuidada, donde suele haber una tranquilidad más que agradable. Su ubicación permite disfrutar del sol durante casi todo el día.
De hecho, intentaremos volver en septiembre, si nos deja el trabajo.
En definitiva: felicidades por su atención y profesionalidad.