Hotel en pleno centro histórico, con nevera y caja fuerte, toallas y sombrillas para playa. Habitación y baño espaciosos y cómodos, aunque se oía bastante el ruido de la calle. Nos costaba un poco aparcar por la zona y el desayuno, en el bar de abajo, era continental y muy poco variado. Sin embargo el dueño, Marco, amabilísimo, estaba siempre disponible, nos aconsejó muy bien sobre visitas y nos ayudó a reservar varias excursiones. Calidad-precio buena.