Buena ubicacion, permite ir a pie a bodegas y centro historico de Oporto. Tiene un parking de pago justo enfrente. Decoracion minimalista, combina el hormigon visto de las paredes con grandes cristaleras que dejan ver la piedra sobre la que está construido, el conjunto queda bien. Lo menos bueno, el cabecero de la cama está encastrado en el armario, se tiene la sensacion que te vas a golpear con un esquinazo cuando duermes. El personal, muy correcto. El desayuno te lo suben a la habitación en una cesta, un detalle curioso.