En la recepción nos atendió una chica bastante poco profesional, y la propia recepción está al lado del bar del hotel, lo cual también resulta extraño. Pero sin duda lo peor fue que a partir de la medianoche había una fiesta con la música super alta justo enfrente, que se prolongó durante toda la madrugada. Al parecer, es así todos los sábados, de tal manera que ese día resulta imposible dormir, algo que en ningún momento se nos fue indicado. No volveríamos ni locos.