Aunque sabía que no era un hotel en Dubai, esperaba que la limpieza y el mantenimiento fueran la norma, pero justo ingresando se observó que ninguna de la ropa de cama se había cambiado, pues exhibía cabellos por doquier, e igual situación con el piso. Luego, el excusado estaba literalmente suelto, y la ducha, a punto de desprenderse. Por otro lado, la recepcionista fue algo brusca e imprecisa durante el check-in. Luego, el acceso al hotel y a las habitaciones se parecen a Machu Picchu: mil gradas y cero rampas ni elevador. El desayuno, sin embargo, fue extraordinariamente bueno y abundante.